¿Y Ahora Qué?
Yo decidí estudiar filosofía no por mí misma, siempre hay un acontecimiento que toma decisiones por nosotrxs, ese acontecimiento fue mi enclaustramiento en la lectura de manifiestos, teorías y miles de ideas gente que quería cambiar al mundo en el 2017 — ¡yo también quería cambiar el mundo de repente! Este mundo y sus tejidos humanos, o solamente en sus modos humanos.
El comprenderlo a un nivel físico me era insuficiente, tenía que transformarlo en una utopía moldeada a mí gusto y partiendo de mi interpretación del estado contemporáneo de cosas. Por más que profesaba un amor eterno a la humanidad, profesaba amor a una humanidad amputada de todos sus matices. Yo misma, supuesta stirneriana, estaba cayendo en los fantasmas que habitan en este mundo.
Al inicio escribí un ensayo en respuesta a Hello from the Wired, y luego, hace dos años, mi ensayo más largo hasta el momento, un juggernaut que nació como un humilde tweet, pero que se convirtió en una bola de nieve con cada palabra que escribía — Fuck it! Necesito hacer un ensayo de esto, pues es la continuación del primer ensayo de verdad que he escrito en mi vida. El ensayo hizo un poco de ruido, más del que pensé que iba a hacer, especialmente rodeada mayormente por radicales que no hablan español.
En esos momentos de inicio de mis peripecias con teoría conocí a un persona que me hundió aún más en el hueco lleno de fantasmas en el que yo misma ya había iniciado a hundirme. Necesitaba contrarrestar toda su toxicidad y salvarle al mismo tiempo de sí misma, pero nadie más que la persona misma se puede salvar de sí misma. Al cometer ese error fue que su veneno pudo hacer efecto.
Subsecuentemente cometí errores de lectura sobre en lo que realmente consiste la crítica de la anti psiquiatría (uno de mis mayores errores en mi vida), del mismo Stirner inclusive, etc., y cada vez me empezaba a enredar en mis propias ideas, llegando solamente a callejones sin salida, de los que yo misma estaba buscando escapar y en los que trataba ocultarme al mismo tiempo. Este amañaramiento, externamente inducido y realizado también por la exterioridad que representaba esta persona, cortó mi capacidad creativa hasta el punto en el que escribí solamente dos ensayos. El primero empezaba a delinear el sujeto político que tenía en mente (uno incompleto) y el segundo sobre las conexiones que existen entre Heráclito y Deleuze.
Esos ensayos, desde mi punto de vista, son mediocres aunque más rigurosos en sus análisis… análisis, sí; pero en mi vida personal, en mi actuar como agente político y como persona llegué a estar encadenada a la mayor de las neurosis. Enemigxs y amigxs eran indisolubles con el menor pulso neurótico. En mi ataque a Edipo, me convertí en lo que juré destruir.
Edipizada hasta la neurosis absoluta me di cuenta que la materialidad era mi nuevo cielo, porque estaba perdida y poseída por mis ideas. Estaba en el infierno de las ideas. El análisis de tal materialidad no puede estar incorporada en el cuerpo principal de ninguna teoría pues se convertiría en una ideología en el peor de los significados, y eso fue lo que hice.
Los matices, el detenerse a analizar y criticar las propias posiciones se me escaparon de vista, porque la teoría me era la misma materialidad, y no este mundo cambiante a pesar de mí y no por mí. Las configuraciones de producción eran solamente legítimas entre más se ajustaban a la “teoría”, las configuraciones sociales — también materiales — se me convirtieron en un campo minado, en la que ambas personas involucradas eran inmoladas por mí misma. Todo análisis crítico de mis propias ideas por parte de otras personas constituía una crítica a todo lo que soy, porque pasaron ser todo lo que era, y si me cuestionaban a mí misma, al no aceptar la “infalibilidad” de mi raciocinio, “¿¡que más quedaba por querer o amar de mí misma!?”
Cometí el que considero mi mayor error en mi vida, error por el que fui perdonada y aún así me siento culpable hasta el punto de levantarme sudando de pesadillas. Algún día me perdonaré de este error en particular, y tengo fe de ello puesto que ya me he perdonado por otros errores. Aliené a mis tres mejores amigas, una de ellas mi pareja en ese entonces, y una nunca volvió a confiar o interactuar conmigo de la misma forma en que lo hizo cuando me enseñó de Stirner y budismo, de hecho, ninguna lo volvió a hacer como antes. El daño que hice creó una cicatriz en cada una de ellas.
Aprendí, por supuesto. Aprendí que ninguna posición teórica o ideológica me es personalmente superior a un abrazo, a un beso, a la voz de las personas que amo, porque precisamente fue ésto por lo cual quise cambiar el mundo inicialmente. Creo que en esto constituye el mayor peligros de las ideologías [de panfleto], pues al carecer de análisis crítico o de una exigencia de sentir lo que se es y estar en relación honesta con el resto del mundo, se puede terminar obteniendo el resultado opuesto al que se buscaba inicialmente.
Este año es pues en el que me alejo de la filosofía política como productora, por supuesto, y me dedico a otros quehaceres en la filosofía; que de todos modos yo misma cambio al mundo de una manera más profunda y significativa al estar en relación directa con él, sin intermediarios cuidados por los centinelas del dogmatismo y el tribalismo, en el sentir la infinitud de gozo que me representa un abrazo, una sonrisa, frente a una simple e irrelevante posición política (cuando el núcleo del sueño es el mismo.)
Necesito escribir ésto, este uno de esos adioses que se tienen que decir y siempre traen la incertidumbre que toma forma en un “¿Y ahora qué?”, el sueño de escribir el manual (“mi” manual) para dar a luz al nuevo mundo tendrá que ser enterrado, tal manual, si llégase a existir, tendrá que ser escrito por todxs, un día a la vez. Es hora de que vuelva a creer en las personas a las que supuestamente les profeso amor, me veo obligada aconfiar en ellxs.
Afuera ahora solamente me queda la incertidumbre de la consciencia, del universo en su composición y en la posible relación de todos los entes entre sí. Puede ser más un neomaterialismo interesado en la ética primeramente, y habrá tiempo para el resto (y si no lo hay… pues no importará en tal caso.)