Amé
Amé, la nada les puede jurar
que nunca antes me he dejado
conquistar por un paisaje,
siempre fui nómada nerviosa,
nunca conquisté un amanecer
con olor a piel y una cobija de órganos.
Les juro que amé, mis cobijas
sin doblar y mi colchón sin
sábanas lo gritaron a través
de todas las estaciones del deleite
y la voluptuosidad de la vida,
sudada ella, jadeando ambas.
Sé que amé, mis manos, que formaron
ríos de sudor, por tus senos, tus caderas
y tu pene y, similarmente, el milagro del encuentro
simétrico de la retribución espontánea
sobre mi cuerpo, me cuentan a carcajadas,
e inocentes, los recuerdos de tu geografía,
fresca como todos los riachuelos del mundo
y plena como la totalidad de sus continentes.