Alma XIV
Prívese a esta idiota del sueño
y nadará dos veces, contra dos corrientes:
una la premura de la primavera,
la otra la que le da el cuerpo —
a ésta, que no satisfecha,
pesa más que el plomo, y es más cruel
en sus palabras amables, que en la
tempestad o en las nevadas de lágrimas rezagadas.
Y sin embargo ¿es la primavera contra la que lucho?
¿o la convención de la visión trágica y perpetua
que híperposiciona a la aparición, en el fin de los mundos,
de todos los inviernos y de todos los otoños?
Somos huérfanes, porque hemos matado
a nuestros padres, al frío con luz blanca,
y a las multitudes de árboles.
Somos huérfanes, porque solo tenemos espíritu
y el rocío no es el milagro de una mañana cualquiera
en la que hemos decidido ser valientes y sentir la
hierba fresca, con manos suaves, con manos toscas,
con un cuerpo que danza junto a otros, y habla a gritos
con rocío propio, ácido y salado.